El juego es una parte fundamental en el desarrollo del ser humano, desde su primer día de vida hasta el último. Más aún en los primeros meses, donde se desarrollan los estímulos, los sentidos y el descubrimiento de sensaciones emocionales y cognitivas. Por eso, es necesario conocer qué juegos, juguetes y actividades favorecen el desarrollo de los bebés en su primer año.

Hasta el primer año, todo es susceptible de convertirse en un juguete, exploran y prueban todos los objetos que se encuentran en su entorno. Sin embargo, la habilidad para manipularlos es limitada, por lo que, además del tacto, es necesario que estimulen el oído la vista y el gusto.

Los móviles son ideales desde el momento de su nacimiento, aportan formas, colores y movimiento, muy fáciles de manipular, además de ser también una fuente sonora con la que experimentar. También son importantes los sonajeros, el bebé pone a prueba su entorno y lo explora a través de la acción reacción. Así, sabe que si mueve un sonajero, este suena.

Otro aspecto a tener en cuenta es proporcionar artilugios como anillas, muñecos blandos o peluches para bebés que se pueda llevar a la boca. Una de las características de nuestro aprendizaje primario, es conocer a través del gusto. El bebé no sólo toca, sino que intenta integrar el objeto en su propio cuerpo y la boca es el medio más directo.

Más adelante, en torno a los 6 meses, las pelotas, objetos que se puedan lanzar, etc. desarrollarán el juego social, junto a otras personas. Además, en esta etapa comienza la construcción con piezas, cubiletes, el juego comienza a tener un sentido y conlleva cierto orden. Por supuesto, en esta edad también el bebé empieza a adquirir independencia, se traslada a gatas y, posteriormente, se apoya en objetos de su entorno para ponerse de pie y desplazarse de un sitio a otro, por lo que los corre-pasillos y cualquier artilugio con ruedas se convierte en un modo de transporte.

Además de estos juguetes, podemos y demos complementar el desarrollo de estímulos con actividades y ejercicios orientados, sobre todo, a la psicomotricidad y el lenguaje oral y de signos. Cantar canciones y acompañarlas de una coreografía sencilla como dar palmadas o dar pequeños saltos también estimulan ciertos comportamientos, asociando la escucha de una canción con los movimientos que le has enseñado y ha aprendido por imitación.